domingo, 5 de octubre de 2014

Caminos


Si puedo elegir sin cuidados los caminos a seguir, entro una y mil veces en el que sé que voy a perderme, en aquel en el que todo es tanto que yo no soy nada.
Llego a su inicio y, no sin miedo, rompo la armadura que me ha protegido del anterior y comienzo a caminar en él, frágil pero liviano, vulnerable pero permeable.

Elijo el sendero más oscuro y con más bruma, aquel que parece impenetrable, porque recorrerlo me obliga a transmigrar. Cada paso es distinto. Debo mutar en zorro para moverme ágil y sigiloso, me nacerán alas y seré búho para volar y ver más allá cuando caminar sea imposible, de mí surgirá un oso cuando la fuerza sea necesaria, a veces seré árbol, o quizás montaña, para ser refugio; terminaré siendo viento, lluvia, todo el cielo, si todo lo demás no alcanza.

Recorro este camino para aprender a dejar huella, camino para nutrirme y poder ser yo también camino. Porque aprendí que no hay castillo más fuerte que aquel que se lleva dentro y nos protege hacia afuera, no del afuera, aislándonos. No existen lugares ni refugios eternos, existen caminos. De nada sirve un fuerte sin caminos.

Si puedo elegir sin cuidados los caminos a seguir, entro una y mil veces en este, porque te encuentro. 

       

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