domingo, 29 de agosto de 2010

Apuestas...

"Todos sabemos que el tiempo es relativo, pero el espacio también lo es. Si viviesemos en ciudades distintas, diez mil kilómetros se me harían como un kilómetro. Pero los dos vivimos en el mismo barrio, y no me atrevo a verte, y un kilómetro es más largo que diez mil kilómetros..."


Coexistencia infinita de sentimientos encontrados.
Te necesito cerca, me necesito lejos.
Me muero por verte, temo verte, me temo.

El miedo viene por mi, por vos, por la situación. Ya no tengo defensa y no puedo caer de nuevo. Porque en lo recurrente del final, la sorpresa ya no sorprende. Porque me ato a un juego de cartas que no entiendo, en el que siempre me toca perder.

No voy a apostar si no te jugás primero, sino apostás por mí. Es el precio, mi precio. Me brindo entero si no es en vano, si al final de cuentas no me quedo escribiendo por no poder hablar.

En lo relativo del tiempo me escudo. Cuando minutos eran años. Donde un segundo basta para formar un sentimiento que persiste por años y que quedará en mi para siempre. Y en lo irremediable de su paso me sueño en circunstancias distintas; donde no hay recuerdos sino vivencias; donde no hay palabras sino hechos; donde no soy yo, ni vos, sino nosotros.

Apuesto a que te apuestes apostar. A ese día, algún día, en que todo sea como fué, como se quedó. Yo se que va a llegar y por eso guardo cartas que aunque no ganen ningún juego me mantienen en él.

El juego es el destino, el azar mi estrategia.


jueves, 11 de marzo de 2010

La puerta...


Adios, hasta siempre, debí decirte. Mientras agachaba la cabeza, que cedía ante la presión del dolor y la angustia que me causaba desaparecer; y cruzaba por el umbral de una puerta a la que todavía se le podía sentir la tibieza de los sentimientos pasados.
Bajo el últmo escalón, ahogado en el sabor amargo de la despedida y dándome vuelta casi sin pensar te miro por última vez, sintiendo el latigazo de la cadena que se rompía y me daba en el pecho, sabiéndome presa ya de una corriente con destino distinto al tuyo que no haría más que alejarme.
Cuando quise entender que pasaba, la puerta ya se había cerrado. Mi primera sensación fué el miedo al verme atrapado por el frío de la soledad que se hacía sentir en los huesos de mi cuerpo frágil, desprotegido de toda armadura. Desesperado y herido intenté volver, pero ya no encontraba el camino; traté de recordar esa esacalera en la que te había esperado tantas veces, tal vez la misma que hoy habría de bajar por última vez, pero no pude; no había forma de relacionar esa realidad lejana con la que hoy terminaba con nosotros...
Te llamé gritándote tan fuerte como pude, sin embargo descubrí que no emitía más que un sonido roto y me dí cuenta que ya no tenía palabras, las había gastado en vano al intentar mostrarte que estabas equivocada, al discutir tontamente por tormentas traidas por otros vientos. Abrí mis oidos intentando escucharte, pero no había nada más que silencio y frío; y así supe que tampoco vos tenías voz.
Entregado, me inundaron las lágrimas y las sentí golpear como plomo en mi alma. Perdido de todo consuelo, con un respaldo que no era más que el viento que soplaba amenazante, temerario, intentando que no olvide que lo había perdido todo, que te había dejado; me heché a caminar.
No conozco mi destino, no me interesa saberlo. Pero si estoy seguro que voy a recorrerlo sin parar, teniendo la esperanza que, entre tanta vuelta, por ahí nos volvamos a cruzar; día en el que entenderemos que la puerta que se cerró era la de mi corazón, pero no para dejarte fuera, sinó por el contrario, para guardarte en él tal como quise recordarte, para protegerte de la erosión de la vida que intentaba distorsionar mis sentimientos. Ojalá algún día golpees esa puerta, como lo hiciste ya una vez y podamos armar todo como siempre debió haber sido, no merecemos estar así...
Camino, esperanzado camino.


domingo, 21 de febrero de 2010

Soy vos...



Llegaste y sin querer me diste alas. Alas que no sirven para volar a otro lugar que no sea a tu lado y que son ahora tu refugio, en donde te guardo para cuidarte, para escucharte, para entenderte.
Apareciste y me hiciste ángel para superar tiempos y distancias. Me llevaste fuera de este mundo a otro distinto, sólo nuestro, en donde aprendí a trepar contra los vientos, a pelear contra huracanes de ausencias. Me enseñaste a esperar.

Armaste lo que soy, esto que sin vos ya no es nada...
Porque son tus ojos el cielo en el que vuelo, la paz que me alimenta, la fuerza de mis alas.
Es tu corazón la estrella que me guía, la luz conque te veo, mi esperanza.
Es tu voz mi resguardo contra el frío, en las noches desoladas.
Tu ternura, brisa frágil que me abriga de nostalgias.
Tu sonrisa, el aliento que respiro, la caricia a mi alma...

No soy un ángel, soy tu ángel. Porque lo elijo, porque te elijo.
Y existo porque sos, porque estás, porque te quiero...



domingo, 24 de enero de 2010

Cómo explicar que escribo para olvidarte...


"Vos y Yo somos tan complicados... Tan llenos de misteriosos resortes, de resonancias secretas, de alianzas y hostilidades, de encuentros y desencuentros. Jugamos un ajedrez casi demoníaco y maravilloso..."

Cómo buscarle razón a lo pasado, a tu búsqueda, a mi encuentro...
Cómo tratar de enterrarte en el olvido, si todavía resuenan en las cavernas de mi memoria el brillo de tu mirada triste y la calidez de tu sonrisa que tantas veces fue mi abrigo.
Cómo darle significado al tiempo, si lo único que he deseado es volver los días hacia atrás, para esperarte otra vez en esa tarde de calor y hacer de ese segundo un momento eterno en el que solo vos y yo existimos para siempre.
Cómo llamarlo "Desengaño", si fuí feliz, si te disfruté, si en cada palabra nos enredabamos más y más en ese mundo inocente, donde nos desnudábamos de las máscaras para que solo quedara esencia.
Cómo entender que ya no estás, si cada fragmento de la existencia me recuerda a vos. Los días, las noches, los soles, las tormentas, la luz, la oscuridad; todo lo que para mi era banal y sin sentido, con vos tuvo otro significado. Cada lugar pasó a ser un templo; cada segundo pasado juntos, un eco en mi memoria.
Cómo dejé que te fueras de mis manos? Quizá nunca podré responderme, ni tenga sentido hacerlo. Debería mejor ponerme a pensar "Cómo explicar que escribo para olvidarte..."


Volví... Gracias de corazón a los que me lo pidieron.