sábado, 20 de agosto de 2016

Vos y yo


Quería que este escrito sea diferente, más como los demás, más del ángel gris. Pero como durante nuestro tiempo de distancia tuve que dibujarte e inventarte a través de letras e historias para traerte conmigo, creo más digno que ahora que estamos juntos las palabras que debo soltar vayan directa e inequívocamente hacia vos.

Encontrarte, volver a abrir las puertas de mi alma en donde te guardé hace más de cinco años para evitar olvidarte, significó tanto para mí que repetir una y mil veces que te amo no me alcanza para explicarte todo lo que me hacés sentir. Busqué palabras, otras distintas, que me ayudaran en esa tarea, pero en la búsqueda descubrí que lo mejor era darle un significado especial a "te amo", uno sólo nuestro, para que sea el eslabón de la cadena que nos une en esta historia que escribimos día a día.

Te propongo que "te amo" sea "te elijo". No me importan las dificultades, porque sé que ésta es la prueba de amor más grande que me tocó atravesar, porque estoy seguro que al final de este camino sólo vos y yo existimos para siempre. Vos y yo, nosotros, tu mano y mi mano, tu boca y mi boca, el infinito universo de tu mirada encontrada con la mía, son la razón de esperarte, de escribirte todas las mañanas para que sepas que cada día que pasa estamos un paso más cerca, para que sientas que te llevo conmigo, siempre.

Convengamos en que "te amo" sea también "libertad". Que el amor que siento, que todo esto que nos pasa no sean barrotes que te encierren, sino que sirva para romper la coraza que no deja que extiendas tus alas. Quiero verte volar, que seas águila para superar desafíos y montañas, que nada te frene, que nada te atrape. Quiero tener la certeza de tu libertad que será también tu felicidad, el desafío de tener que enamorarte día a día para que me elijas como nido al final de tus vuelos.

"Te amo" será "mi vida para vos". De pocas cosas estuve tan seguro como de querer abrirte la puerta a mis días, que seas lo primero que me encuentre al despertar. Quiero reír con vos, soñar con vos, utopías con vos. Quiero camas, desayunos y cenas con vos. Quiero regalarte todo un mundo de aventuras juntos, de ciudades nuevas, de plazas y pasto, de bosques y montañas, de lluvias sin paraguas. Quiero ser en tu camino arena tibia entre los dedos de tus pies, para que nunca, pero nunca, te canses de caminar en mí.

Que "Te amo" signifique "refugio". Cada vez que tengas miedo, cada vez que dudes, cuando te sientas frágil y vulnerable ante una realidad que no es la que esperabas, recordá que te amo. Porque en ese te amo me plasmo para abrazarte, para cuidarte, para ser cobijo y escudo, para que nada te lastime, para levantarte y ayudarte a seguir, para que encuentres seguridad ante el cansancio y sea la brújula que te lleve donde soñás.

El ángel gris escribió que desde el día en que un tren le mostró en el instante antes de partir a la mujer de su vida, de sus sueños, sus días consistían únicamente en esperar trenes que la devolvieran. 
Pasé mucho tiempo sentado en ese andén y, entre tren y tren, entre buscar y no encontrar, me dediqué a ordenar estratégicamente palabras que planeaba decirte apenas te viera. Todo el plan fue en vano... Otra vez un verano, otra vez una tarde de calor, una puerta que se abre y de ella volvés vos, hermosa e increíble como te recordaba. Solté mi espera y con ella las palabras, no pude más que caminar hacia vos, necesitaba sentirte cerca, cerrar mis ojos en el preciso instante en el que te saludaba con un beso, sin otra intención más que la de guardarme para siempre esa milésima de segundo de vos, de ojos cerrados, de encuentros pasados. 
Lo que pasó después nunca pude imaginarlo. Todavía hoy creo estar soñando y me da mucho miedo despertar de nuevo en el andén, en la espera. Por eso, para dejar atrás ese miedo, te escribo. Las letras que sirvieron para inventarte en ausencia son las que hoy me confirman tu presencia.

Te amo, Gisele. Te amo que es te elijo, libertad, mi vida para vos, tu refugio, mi deseo de vos. 
Te amo.

lunes, 9 de mayo de 2016

Dichoso



Unir nuestros caos, esos que tanto enamoran.
Encontrarme, desencontrarnos y encontrarte.
Urgir a la vida paciencia, dar luz a fantasmas y volver a empezar.
El día a día, el cuerpo a cuerpo, el tiempo al tiempo. A tientas nos tejimos mil historias consecutivas, construimos templos.
Dichoso yo, que hoy abro los ojos y te veo mejor.


sábado, 30 de enero de 2016

De a dos


Se recostó recordando palabras que él mismo había escrito: “Caminaré teniendo la esperanza de volvernos a cruzar. Día en el que entenderemos que la puerta que se cerró fue la de mi corazón para guardarte en él tal como quise recordarte, para protegerte de la erosión de la vida que intentaba distorsionar mis sentimientos. Ojalá algún día golpees esa puerta y podamos armar todo como siempre debió haber sido…”, y en ese entonces la puerta sonó.

Era ella, que esperaba inmóvil con una sonrisa dibujada en su boca y el brillo de sus ojos que le llenaba la vida de colores. Estaba tan hermosa como la recordaba, como había decidido guardarla el día que tuvo que despedirla para no olvidarla jamás.
No hicieron más que mirarse sin medir el tiempo, buscando en el otro la razón del hechizo que los hacía sentir lo inexplicable, la magia que los hacía viajar hacia aquel día en que se encontraron por primera vez en esa tarde de verano. La misma que los había llevado después a parques y plazas, a sierras y pasto, a tormentas y noches.

Él estiró su brazo y le acarició su mejilla casi sin tocarla con miedo a que se desvaneciera en el aire, tratando de entender que lo que había deseado por años estaba pasando frente suyo, sorprendido por la incredulidad de los sueños hechos realidad.  La tomó de sus manos y acercándola la besó. Ambos cerraban sus ojos entregados al más puro amor que se tenían, tratando de descubrir en el otro el perfume que renacía con cada roce de la piel, sintiendo en el propio cuerpo otro cuerpo, otra respiración, otros latidos, otro calor. Se descubrían con sus manos recorriéndose nerviosos en mil abrazos que traducían un mar de sentimientos. Se perdían en el otro, uniéndose. Estaban juntos, al fin.

De repente la puerta sonó de nuevo y después todo fue nada…

El brillo de la luz entrando en sus ojos al abrirse lo hizo entrar en razón: había vuelto a soñar con ella. Suspiró resignado por la desesperanza de los sueños que terminan escurridos y muertos entre las manos, preguntándose cuándo sería la próxima vez que la volvería a ver.
Recordó sus alas, esas que habían nacido gracias a ella, y decidió tocarlas para intentar soñarla un poco más, pero fue en vano: ya no estaban. Sorprendido se miró el cuerpo y lo que había sido gris por años tenía ahora colores que le resultaban familiares. Eran los colores del sueño, esos que sólo ella tenía. Encontró su mano sosteniendo otra mano – Tu mano y mi mano – pensó. Levantó la mirada y la vio acostada a su lado, preciosa como nadie en el mundo. La había imaginado tanto, la había esperado tanto… El deseo era ahora la más palpable realidad.

Acarició su largo pelo que caía como rayos de sol en su espalda mientras ella despertaba con una sonrisa.

-                       - Ya no sos el ángel gris, le dijo. Estamos juntos al fin.

Entendió así que el Ángel gris había sido parte de un sueño, un personaje que lo mantuvo en el letargo hasta que la realidad los volvió a unir. El verdadero ángel siempre fue ella, que había aparecido para salvarlo, para hacer con su magia sueños realidad.

-                      - Gracias por tus colores, que me iluminan en alma. Respondió feliz.

Así, juntos, comenzaron a escribir una nueva historia, la que los une para siempre. Una de letras de a dos.